Resistencia en Comunidad
El pasado Lunes 27 de Noviembre, las calles de Córdoba y del país volvieron a quedar ocupadas en reclamos. El Estado nos está dejando sin vidas y no se hacen -ni se buscan- responsables, todo lo contrario día a día y escoltado por los medios de comunicación hegemónicos, intentan naturalizar estos asesinatos.
En la manifestación en repudio al fusilamiento de Rafael Nahuel y en respuesta a la brutal represión que se está llevando a cabo a las comunidades mapuches, se exigió que se detenga la represión y persecución a militantes y miembros de comunidades mapuches y justicia por el asesinato de Rafael y de Santiago en manos de las fuerzas represivas del Estado argentino.
Ese mismo lunes, luego de la marcha, durante el momento de desconcentración, se produjo una cacería que derivó en la detención arbitraria de militantes de distintos espacios.
Terminada la protesta, organizaciones sociales y medios alternativos, tuvimos que encontrarnos armando un rompecabezas de informaciones parciales y a veces imprecisas de lo que estaba sucediendo, quiénes habían sido detenidos y dónde lxs llevaban. Luego de esos minutos intensos que parecieron horas de datos cruzados, llegamos a lo concreto: seis personas fueron golpeadas, detenidas y trasladadas a la Comisaría Décima. Lo que seguía era convocar para ser muchxs en el lugar.
La Comisaría Décima estaba custodiada por dos filas de ratis. De esos que se parecen a robocop (y con el paso de las horas a transformers): casco, escudos, protecciones y hasta una escopeta, que uno de ellos, cínico, de a ratos parecía cargar. Estaban inmóviles, pero por momentos dejaban escapar la mirada de burla, de desprecio, una sonrisa macabra. Estaban enfilados, pero sueltos, separados, desconfiados de todo, incluso quizás hasta de ellos mismos, en guardia.
La resistencia en comunidad tiene la plasticidad de adaptarse ante una situación y darle batalla con música, con humor, como arma para enfrentar semejantes circunstancias complejas que nos tocan atravesar. Hacer ruido en momentos como ésos, es clave. Gritar desde lo más profundo de las gargantas, golpear con toda la bronca contenida un tambor, son maneras de transformar esa injusticia y de esa forma, hacer saber a las fuerzas represivas que no vamos a dejar pasar su accionar; que estaremos ahí denunciando, reclamando y resistiendo.
Las horas y el agite pasaban, el objetivo además de la liberación, era que lxs cumpas que estaban adentro estuvieran segurxs que ahí estábamos nosotrxs, esperándolxs, que aguanten.
Los instrumentos de percusión se fueron complejizando con el pasar de las horas. Lo que comenzaron siendo bloques rojos de plástico (similares a valizas) y un par de tachos y botellas, incluído el caño del mástil de la plaza del frente de la comisaría, se materializaron minutos más tarde en bombos y redoblantes; y luego en ronda de guitarra. Tantas horas pasaron que el repertorio de canciones en contra de la yuta se fue ampliando, las canciones clásicas de las marchas nos quedaron cortas, y como ahí estábamos cara a cara y a nuestra forma, les dejamos claro algunas cosas.
Hay gente mentirosa, gente policía. Gente de mierda y gente que no.
Que no son obreros, que no son trabajadores / que son milicos cuidando a los patrones.
Que las balas que tiraron van a volver.
Y que todo el mundo odia a la policía, y que un día van a correr.
Una voz de muchas voces
De este lado de la calle, afuera. Adentro lxs compas detrás de la reja. Juntas esas voces de lucha, haciendo una sola.
La resistencia en comunidad tiene la alegría de la complicidad. «¿Alguien tiene un cuchillo?» gritó una piba para hacer sandwichitos para lxs compas de adentro. Y la parafernalia de armatostes quedó ridícula con la risa generalizada.
El frío de una fila de hombres sueltos, contrastaba con el abrazo del papá y la mamá de una de las pibas detenidas, esperando noticias, esperando que salga. El frío azul en línea, contra la calidez de lxs cuerpxs cerquita, pegadxs, para escuchar desde el megáfono el parte de lxs abogadxs, envueltos en un silencio enorme. El hielo de las miradas y de esos cuerpos inmóviles, contra una ronda de cuerpxs abrazadxs alrededor del fuego. Y la luna acompañando.
Al rato, silencio nuevamente, (como cuando sucedía que teníamos alguna novedad) y el abogado de lxs detenidxs salió a dar la noticia que fue quizás la más linda y esperada: lxs liberaban esa misma noche y eso había sido producto de nuestra lucha. La alegría duró poco, “Ya sabemos cómo es la burocracia y que juegan con nuestro cansancio” sentenció una piba e hizo la pregunta que todxs nos estábamos haciendo: ¿Si lxs liberaban ahí y a qué hora? Con voz fuerte y clara siguió diciendo: “siempre dicen ‘esta noche los liberamos’ y cuando desconcentramos, ¡no lxs liberan nada!. Hasta que lxs liberen, de acá no se mueve nadie” y se agitó una oleada.
La resistencia en comunidad tiene la solidaridad pintada en la piel; cuando gritaron “que salgan en bolas” porque no encontrábamos pantalón para unx de lxs detenidxs. Hasta el pedido de la ropa XL que quedará para el anecdotario. Hubo Pibes que se quedaron en medias por dar las zapatillas y un guachin que se subió a un auto, se sacó el pantalón, lo ofreció y se quedó adentro esperando.
Eran las 5.00am y lxs detenidxs habían vuelto de la revisación médica, lxs veíamos pasar de un ala a la otra por las paredes vidriadas de la Unidad Judicial. En cada uno de esos “pasos” se oían gritos de saludos, de resistencia.
En ese momento, la liberación era inminente. Los tambores que no habían dejado de sonar se situaron frente a la fila de policías, y la sensación de agite se hizo más evidente. De repente un pedido de silencio de parte de unas de las compañeras que no paraba de tocar con una pandereta bien al frente de uno de los uniformados, dijo: -”a ver, cuántas armas tienen ellos? Suponiendo que una cada uno, son 1, 2, 3, (…) 14. Tienen 14 armas y nosotrxs ¿cuántas armas tenemos? ¡Ninguna! Tenemos estos tambores porongas, pero aun así estamos acá y no les tenemos miedo”-!
Al fin y de a unx, comenzaron a salir nuestrxs pibxs. Gritos de alegría y abrazos.
Una piba por megáfono dio cierre a la noche, lxs pibxs habían sido liberadxs y eso era sin duda gracias a la lucha y la resistencia. Después hicimos presentes a Rafael Nahuel y a Santiago con gritos que salían de nuestras almas. ¡Marichi wew!, ¡Marichi wew!.
Nos fuimos con el sol naciendo y nuestrxs cumpas liberadxs envueltxs en abrazos. Nos fuimos con la certeza de saber que los ratis nunca van a vivir ni sentir el compañerismo, el amor y la lucha como se vive de este lado de la calle.
SEGUIREMOS EXIGIENDO JUSTICIA POR EL ASESINATO DE SANTIAGO Y RAFAEL
SEGUIREMOS TODXS JUNTXS PORQUE BIEN SABEMOS QUE LA SALIDA ES COLECTIVA
#ElEstadoesResponsable
#JusticiaporSantiagoyRafael