De orgullo y otras luchas
Hace calor, en toda la semana el sol no dio tregua y a pesar que hay nubes que amagan a llover sigue habiendo unos cuantos grados.El parque está lleno como cada fin de semana, los puestos de la feria ocupan casi todos los espacios, salvo por una pequeña multitud ubicada en la intersección que deriva en el puente General Paz.
A medida que me acerco veo un nutrido grupo de rostros pintados y siento los primeros “escandalosos ” cánticos que signarán la tarde. En ese picnic del parque las Heras se gestaba, la octava marcha del orgullo y la diversidad.
Se preparan gritos de liberación, se ven sonrisas y mucho orgullo de ser lesbiana, gay, transexual, travesti, queers, intersexual. Todxs desobedientes a la ancestral cultura heteronormativa, atrevidxs y legítimxs conquistadorxs de lugares ocupados y aún no reconocidos.
Pasados algunos minutos de las seis, la música se cuela por cada rincón de esa esquina. De bombos, de altoparlantes, de voces, todxs festejamos y nos revelamos contentxs desafiantes ante la mirada conservadora de algúnx transeúntx.
Pancartas que exigen, disfraces que lucen, plumas, espuma loca, colores vivos, todo forma parte de la escena de un noviembre orgulloso. Un noviembre que por octava vez tiñe las calles con alegría y celebración, pero también de reclamos y posicionamientos irrenunciables.
Las autoridades depusieron los cerrojos de las calles. Siempre serán nuestras. A medida que avanzamos se desbanda la fiesta multicolor. No alcanza la vista para apreciar el largo de la columna que atraviesa el parque, el puente y el centro de la ciudad.
Salimos juntxs para honrar años de lucha, para exigir justicia por las víctimas de este estado represor, nos besamos y desnudamos contra las fobias y los prejuicios, para festejar que la disidencia no es delito. Hombro con hombro, ocupamos las 12 cuadras que nos separaban de la plaza, atravesamos la ciudad abrazadxs, tomados de la mano, bailando hasta alcanzar el escenario que señalaba el final del recorrido.
Desafiamos las iglesias e instituciones gubernamentales y terminamos donde el conservadurismo disputa todo el tiempo el espacio, con un progresismo innegable e incipiente que se traduce en miles de personas que hacen propia la Av. Vélez Sarsfield y la plaza Agustín Tosco.
El documento que estampa el final de la jornada o tal vez la previa a una gran fiesta que se alargará toda la noche, recuerda todos esos derechos que faltan por conquistar, aquellos que nos niegan, que se traducen en las muertes de nuestrxs compañerxs. La estigmatización, en el código de faltas devenido en código de convivencia, en la soberbia del Estado que una vez más no puede ignorar que el colectivo LGBTTTIQ (Lesbianas, Gays, Bisexuales, Travestis, Transexuales, Transgéneros, Intersexuales y Queers) tomó una vez más las calles. Esas calles que se fusionaron de igualdad y orgullo.
¿Cuánto más? El Estado es responsable.